El secretario adjunto de ATE Nacional, Rodolfo Aguiar, exigió al Gobierno que accione de manera más “agresiva” con la banca privada para obligarla a cumplir con las directivas en el marco de la emergencia sanitaria y social provocada por el coronavirus y sentenció: “Llegó la hora de exigirles y si se niegan a cumplir, que se vayan del país».
El sindicalista sostuvo que «el Banco Central debe mostrar un accionar más agresivo con las entidades privadas, obligándolas a cumplir las directivas del Gobierno”. “Sólo siete u ocho entidades bancarias pagan jubilaciones o prestaciones sociales, cuando deberían sumarse los 78 bancos privados del país”, señaló Aguiar y criticó: “No puede ser que la mayoría se niegue a pagarle a los jubilados o beneficiarios de los programas de la ANSES», en consonancia con el pedido que ya hizo público el militante de la organización sindical y actual director del Banco Nación, Claudio Lozano.
“Los bancos privados, luego de haber sido unos de los mayores beneficiados de las políticas especulativas de los últimos años, deben ser declarados de interés público y cumplir con un plan de financiamiento compulsivo. Hay que obligarlos a otorgar préstamos a tasa cero porque son los que tienen liquidez y más del 70% del circulante. La emergencia sanitaria y social es grave, por lo que ahora les toca a ellos hacer su aporte activando líneas crediticias que permitan garantizar el pago de salarios y el mantenimiento del capital de trabajo a las pequeñas y medianas empresas», manifestó Aguiar. Las entidades bancarias tuvieron un gran crecimiento en los últimos años, registrando ganancias de 234 mil millones de pesos en 2019 y creciendo un 205% en un periodo de dos años, según informes del Banco Central.
Luego de ver las enormes filas de jubilados, pensionados y trabajadores esperando cobrar sus sueldos y asignaciones en los últimos días, Aguiar concluyó: “En este momento tan complejo, las entidades financieras deben reprogramar todas las deudas que no puedan pagarse. Este es un sector que siempre ganó y acumuló fabulosas rentabilidades. En el corralito del 2001 y en la crisis del 2008 se estatizaron los pasivos y fue el pueblo quien terminó soportando otras vez las pérdidas».
