Por Rodolfo Aguiar
En lo personal me costó bastante tomar la decisión de responderle a la prestigiosa periodista rionegrina Alicia Miller, toda vez que formo parte de quienes han seguido y en ocasiones admirado su trabajo.
Y es, precisamente desde ese reconocimiento a su trayectoria, que escribiré las siguientes líneas.
El reciente artículo de opinión que Miller escribió en el sitio web Confluencia Digital -en el que realiza un análisis de mi persona, de mi función como dirigente gremial y de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) como entidad sindical- muestra, con claridad, que su intención es erigirse en la defensa del «statu quo» u orden establecido, porque seguramente es ese sistema social, sin cuestionar, el que le garantizó una vida llena de privilegios.
También, y de manera muy llamativa, la referida comunicadora nos envía un mensaje a todos los afiliados al gremio, como si se tratara de una campaña electoral interna, para que cambiemos nuestra política hacia un rumbo acotado por ella y que le convenga a los poderosos intereses que siempre representó.
Tomando nota de algunas de sus consideraciones, ensayaremos una respuesta desde nuestro lugar.
En primer lugar, Miller comienza su artículo indicando que “la metodología y estilo que el gremio estatal implanta en Río Negro, tiene como eje a su secretario general, Rodolfo Aguiar. Su personalidad histriónica y vehemente lo ubica en titulares de los medios de comunicación”, señalando pocas líneas después que es un error pensar que esto sea visto como un valor, un activo. Por el contrario la periodista remarca “que se trata de pura cháchara y marketing de baja calidad».
En este punto, llamaría la atención que la reconocida periodista se ocupe de manera personal y en un escrito tan extenso, de un dirigente que -según sus propias palabras- no debería tener espacio en los medios a partir de un accionar actuado y falso, sino fuera porque la mandaron a escribir eso o porque está atravesada por un sentimiento de rencor, lo que sería más grave aún.
Debería recordar Alicia -y me atrevo a llamarla así, porque ella refiere a mi persona por el apodo- que, cuando trabajaba en uno de los medios escritos más importantes de la Patagonia, escribió varias veces sobre ATE y sobre Aguiar, incluso destacando sus cualidades. Y aquí surge un primer interrogante ¿Para qué intereses se volvió, de repente, peligroso Aguiar?
Porque también me recuerdo haciéndole entrega de documentación que probaba un presunto hecho de corrupción en el Estado y cómo, en ese momento, ella no sólo valoraba dicha colaboración, sino que, además, destacaba el coraje con el que hacíamos frente a algunas mafias enquistadas en los organismos nacionales.
En su artículo, Miller destaca el rol de resistencia sólo frente a las dictaduras militares y no en las épocas, que ella denomina como, de convivencia democrática y nos ordena cumplir a los sindicalistas una función de mediación y conciliación, lejos de las denuncias y demandas.
Pues bien, los argumentos con los que asegura la inutilidad del accionar de ATE y de mi persona como principal responsable en la provincia, son claramente insuficientes.
En su artículo se olvida de explicar, o no puede hacerlo, porqué a pesar de todos los males señalados, los trabajadores estatales no han parado de afiliarse en los últimos cuatro años, pasando de ser 3.054 en 2011 a casi 9.000 en la actualidad. Tampoco recuerda mencionar los numerosos logros que los trabajadores hemos arrebatado al poder que, tiempo atrás, se cansó de negociar con los sindicatos “patronalistas”, mientras los empleados públicos provinciales y municipales –desorganizados y sin representación- eran perjudicados sin poder, siquiera, denunciar los acuerdos que se sucedían a espaldas de los trabajadores.
Sería interesante que, haciendo un ejercicio de honestidad y ética profesional, Miller se preguntara cómo fue que, el sindicato que tenía presencia sólo en cinco municipalidades rionegrinas, desde que éste histriónico y vehemente dirigente asumió la conducción -junto a numerosos referentes de toda la provincia- se encuentra ahora actuando en 26 comunas.
¿Será, como ella plantea, que se podrá subestimar a casi 6.000 trabajadores y considerar que se afiliaron porque se comieron la cháchara y el marketing barato? ¿O será que, para explicar eso habrá que ponerse en lugar de los trabajadores y, bajar hasta allí, para alguien que siempre estuvo muy alto, resulta imposible?
¿Yendo un poco más allá, podríamos nosotros pensar al revés y asegurar que la presunta lucha contra la corrupción de los gobiernos provinciales que se hacía desde los artículos dominicales, también era sólo cháchara y que las ideas cambian, según convenga ponerse del lado del mejor postor? Yo creo que no.
Siguiendo con el análisis, se equivoca Miller cuando asegura que el actual Gobierno dio a la Asociación Trabajadores del Estado el reconocimiento que durante tantos años reclamamos. Sentar a una conducción en una mesa no es reconocer. Se debe sancionar una ley para establecer igualdad para todos los sindicatos.
Nos preocupa que Alicia siga cayendo en ese error, porque lo hablamos en reiteradas oportunidades y su pasión por la abogacía, que se descubre de sus permanentes citas, debiera permitirle saber que todos los sindicatos, según la Constitución Nacional, tenemos que estar en un plano de igualdad.
¿Será entonces que Miller defiende el orden establecido porque se ha pasado una vida entera justificando el empleo en negro que la rodeaba en las redacciones de los diarios -o en el ámbito privado- o porque algunos Intendentes amigos suyos no paran de hacer crecer la precarización laboral?
Ahora empieza a aclarar, y nos damos cuenta por qué no acepta la resistencia en democracia. Según ella todavía debiera estar De la Rúa, pues la resistencia al menemismo permitió que el Estado no se vendiera en su totalidad ¿o tal vez eso es justo lo que Miller quiere, el Estado chico del que tanto habló?
Según Alicia, desde ATE nos tenemos que limitar a mediar entre la pobreza extrema y los funcionarios públicos que, con un año de sueldos viven toda una vida. Tenemos que conciliar entre los trabajadores en negro y becados, con los ministros nada preparados.
Tenemos que dejar de levantar la voz frente a la utilización de la pauta publicitaria del Estado para acallar voces o mientras los medios estatales son usados para propaganda partidaria oficial.
Tenemos que callarnos y no denunciar que las trabajadoras de la Municipalidad de nuestra ciudad son trasladadas como ganado en camiones y si tienen el período menstrual, no pueden ir al baño, llegando al final de la jornada laboral todas manchadas.
Tenemos que callarnos, quedarnos en silencio mirando cómo las injusticias y abusos se suceden a diario, porque según Alicia Miller eso es cháchara, histrionismo y vehemencia.
Por otro lado, llama la atención, que la mencionada periodista y -de acuerdo a la seriedad que la supo caracterizar- nos llame violentos o que sostenga que actuamos al margen de la ley, sin que exista una sola condena en nuestra contra o proceso en curso.
Esto lo digo porque -al igual que ella- yo también soy un abogado frustrado. Quedé adeudando algo así como nueve materias en la Universidad, pero lo estudiado me alcanzó para saber que lo que ella da por cierto, es sólo la acusación de un fiscal en un proceso en el que todavía, ni siquiera la prueba fue producida.
Si esta periodista fuera Jueza, ya la habrían apartado del caso por prejuzgar.
Por supuesto, también tenemos que referirnos a las críticas que ella realiza basándose sólo en los dichos de jueces (ellos sí son de la altura moral y ética que necesita Miller para que no sea cháchara) y en los informes de la Policía. La misma Policía que mató a Daniel Solano, Lucas Muñoz y protege narcotraficantes.
Sobre este punto y la concepción que tiene de la dictadura militar nos vienen a la memoria esos artículos donde aseguró que una de las comisarías de Cipolletti no había funcionado como centro clandestino de detención. Luego de los fuertes cuestionamientos –tras semejante disparate- debió reconocer que sólo había entrevistado a policías y no civiles.
Esa son las fuentes fidedignas que usa Miller para asegurar que vivimos al margen de la ley.
Es tan largo el artículo al que debemos referirnos que nos quedan aristas sin abordar. Pero no queremos dejar de señalar, cuando se acerca al final, a lo que sería una campaña interna en ATE y el pedido que nos hace a todos los afiliados para que cambiemos.
Lo vamos a tener en cuenta, tal vez empecemos a mirar para otro lado y hacernos los distraídos como ella propone, así sus amigos políticos y empresarios la pasan bien y el Estado -con el que tantas hojas de tinta llenó en su carrera- no “corre peligro”.
Miller termina nombrando y resaltando la figura de varios históricos dirigentes de ATE, entre ellos, uno de los más grandes, Germán Abdala. Podemos pensar muchas cosas, pero si de algo estamos seguros es que si hoy viviera Germán estaríamos juntos dando la pelea para tener un Estado que sea justo lo contrario al Estado que durante tanto tiempo con su pluma militó Alicia Miller. Un Estado al servicio del pueblo. De las mayorías populares y seguro que plantearía en Río Negro un Estado en el que las petroleras no enfermen a las generaciones presentes y maten a las futuras. Porque él no viviría, ni trabajaría para esos capitales.
Tal vez con este artículo, escrito a las apuradas, logremos dar mayor publicidad para el sitio en el que escribe Alicia. Y ella, en este momento, esté riendo fuerte y diciendo “lo logré”. Defender el statu quo u orden establecido da enormes privilegios y tiene más ventajas, que ir contra él.
En varios de sus artículos Miller, cuando investigaba casos de corrupción en la provincia, hablaba de jueces a medida del poder político. Claro está que es la misma Justicia que nos persigue hoy por enfrentar a los gobiernos o ¿tanto cambio para ella en los últimos años?
Espero que la periodista no pretenda dar continuidad a este debate y, a esta altura de su carrera, cambie combatir a los gobiernos corruptos, por los sindicatos como el nuestro.
Rodolfo Aguiar │ Secretario General (298) 4502024