Carlos Novillo era de los imprescindibles. La fuerza y la alegría con la que caminó la vida dejó una huella indeleble, marcada por la noble tarea que llevó adelante como agente sanitario por más de cuarenta años. Acompañó con esa misma fuerza el crecimiento del sindicato, protagonizando las diversas luchas de ATE por los derechos de los trabajadores y las trabajadoras, no solo de su sector, sino de todos aquellos que pelean y pelearon por mejores condiciones y justicia social.
Un 24 de septiembre, Día del Agente Sanitario, Novillo nos contaba sobre su tarea con entusiasmo y entendíamos que constituía el primer eslabón en la cadena de salud para muchas personas, sobre todo las que residen en zonas alejadas de los centros urbanos. “Tengo el criterio que, entre los que laburamos en salud -aunque debe ser en todos los terrenos-, no existen los que son imprescindibles, en todo caso todos somos parte de algo que se lleva adelante en beneficio de la salud de gente”, decía con modestia en aquella entrevista realizada por el equipo de prensa de ATE Río Negro. “Todos somos necesarios, pero cada uno colabora con lo que sabe, con su mejor voluntad. Porque somos servidores públicos, elegimos laburar en salud y tenemos que asumir esto con responsabilidad frente a la comunidad. Tengo ese criterio después de casi 40 años de Agente Sanitario”.
Fue en el año 1980 que Novillo comenzaría a trabajar en Salud Pública de la provincia de Río Negro, desarrollando tareas, en primer término, en El Bolsón; pasando por el paraje Nahuel Pan, para llegar en 1984 a Viedma. Haciendo un repaso de todos estos años, señalaba: “Tengo muchos recuerdos lindos. Distintas experiencias que te van marcando. Empecé a laburar en la rinconada de Nahuel Pan, a tres kilómetros de El Bolsón y después de seis años, el día que me despedí, vino don Eusebio, que era un poco el cacique de ese lugar, nos abrazamos y nos largamos a llorar todos. Después ya en la ambulancia mi jefe me decía: mirá lo que dejaste, lo bien que laburaste que se despidieron de vos llorando. Yo no podía hablar, tenía un nudo en la garganta. No me olvido más”.
“Siempre comparto con mis compañeros y compañeras que hay que ser respetuosos y humildes frente a la gente. No es llegar y golpear una puerta. Uno se tiene que ir a presentar, la persona tiene que saber quién es uno y a qué va. Yo también pagué derecho de piso hasta que me conocieron. Al principio en Nahuel Pan se me podían estar volando las carpetas y nadie me hacía pasar. Pero está bien. Uno se tiene que ganar a la gente si realmente a uno le interesa estar ahí”.
Ejemplo de militancia
Carlos Novillo llevaba más de 30 años como afiliado a ATE. Fue delegado de base y miembro del Consejo Directivo Provincial, donde estuvo en diferentes cargos. En el 2013 fue reconocido por la entidad sindical rionegrina por su ejemplo de lucha otorgándole la medalla «Germán Abdala» a la «Trayectoria, Militancia y Compromiso de Vida».
“Tengo el orgullo de ser agente sanitario y de ser militante y afiliado de ATE”, nos decía hace algunos años. “No es algo que se impone, es algo que se siente o no. Toda mi vida he tratado de manejarme para un solo lado, que es el lado de los laburantes. Incluso a veces nos intentan dividir, pero vengo de ser un obrero metalúrgico y me quedó muy en claro esto de la lucha de clase”, señala. “No demos vueltas, existe la clase de los poderosos, que deciden sobre la vida de la gente y los trabajadores. Yo eso lo tengo en claro y toda la vida me he manejado con ese criterio”.
Con ese mismo criterio es que Novillo llevó adelante su rol en esta tarea fundamental de la atención primaria, imposible de realizar enteramente sin el fuerte compromiso social y el espíritu solidario que en él se refleja. Hoy, en esta despedida, recordamos sus palabras con más fuerza que nunca.