Luego que la legislatura votara la ley que prohíbe la instalación de la Central Nuclear China, desde la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) consideran que la nueva norma es un logro de la movilización de los trabajadores y del pueblo rionegrino en su conjunto.
«Esta ley pasará a la historia como la ley del pueblo, ya que es fruto exclusivamente de la movilización de los trabajadores y de toda la ciudadanía”, indicó el Secretario General de ATE y CTA Autónoma de Río Negro, Rodolfo Aguiar.
Desde el gremio también se analizó el desarrollo de las deliberaciones en la sesión y consideran un acierto que se haya aprobado el artículo 2 que establece una excepción y excluye de la restricción a los desarrollos energéticos de origen nacional.
“La redacción de la norma y el articulado finalmente aprobado en la legislatura parece a medida de los debates que nos dimos estos meses los estatales. Para nosotros es un acierto la excepción planteada por el artículo segundo, ya que el esfuerzo de nuestros técnicos y científicos a lo largo de la historia no podían quedar truncos”, enfatizó el dirigente.
Para el Sindicato la nueva norma es un logro de la movilización de los trabajadores y del pueblo rionegrino
Para ATE la nueva legislación contempla la falta de licencia social que tenía el mega-proyecto impulsado por el Gobierno Nacional y avalado durante varios meses por el gobernador Alberto Weretilneck.
Cabe recordar que la entidad sindical realizó jornadas de debate, que incluyeron la participación de técnicos, científicos y especialistas, arribando en ella los estatales a una postura final unificada y de consenso en relación a rechazar la central China o de cualquier otro capitalismo del mundo, pero defendiendo los desarrollos ya avanzados de origen argentino y de tecnología tipo CAREM (elementos modulares) de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
Por último, ATE volvió a señalar que se logró poner freno a uno de los mayores intentos de colonización moderna y a un negociado de magnitud inconmensurable que implicaba el crecimiento del endeudamiento externo en más de 7.000 millones de dólares, bloqueaba los desarrollos locales, excluía la participación de técnicos y científicos nacionales y ponía en peligro, por tratarse de una tecnología desconocida, todo el ecosistema, el medioambiente y la vida humana misma.